Sunday, July 03, 2016

La falta de concentración

La falta de concentración fue, sin duda, uno de los síntomas que más me desmoronó. Siempre he sido una persona intelectualmente activa, me encanta leer, escribir, dibujar, ver películas, series, hacer manualidades, ganchillo, bordados, etc. Cuando tuve el accidente y me mandaron reposo y una baja de un mes (me pareció muchísimo tiempo y ya llevo casi ocho meses) pensé que la mejor forma de poder sobrellevarlo era manteniendo la mente activa. Al principio fue bien, me compré unos tres libros, empecé algún puzzle, retomé series que dejé de ver por falta de tiempo… pero, casi de repente, esas actividades que me resultaban tan naturales y me divertían, se convirtieron en un trabajo imposible. 

Comencé a darme cuenta con la lectura, de un día a otro había olvidado detalles y tenía que volver a releer lo del día anterior para saber por dónde iba el hilo de la narración. Ya no devoraba libros como antes, era como si me estancara en las mismas páginas. Me cansé de leer, no podía seguir ninguna historia, cada vez olvidaba más y me era imposible continuar. Así que volví a guardar los tres libros que me compré, sólo había leído la mitad de uno y a día de hoy tengo vagos recuerdos de la historia. Si no pasa nada, pronto retomaré el hábito de leer antes de acostarme, costumbre que me relaja y me ayuda a conciliar el sueño. 


Como decía, primero fueron los libros y después me pasó con las series. Ya que había abandonado la lectura me pareció que un hobbie fácil sería ver la televisión, algo que podía hacer perfectamente desde el sofá, manteniendo el reposo prescrito. Me resultó imposible seguir series que se emitían una vez por semana porque, al igual que los libros, necesitaba ponerme los capítulos anteriores para seguir con el argumento. Al principio no le dí mucha importancia porque entre el tramadol y el diazepan mis recuerdos estaban bastante borrosos. Comencé a preocuparme cuando empezó a sucederme con las series diarias, las de la sobremesa. Me era imposible seguir la historia, incluso cuando empecé a bajarme la dosis de medicación. Y lo mismo me pasaba con las películas, no prestaba atención a detalles y no me enteraba de la mitad. Dejé de ver la televisión. 

Entonces recurrí a algo que siempre me ha entretenido: los pasatiempos. Me compraron revistas con juegos de lógica, sopas de letras y, lo que más me gusta, sudokus. Cogí los sudokus con muchas ganas, parecía que todo iba más o menos bien, sobre todo con los fáciles hasta que me di cuenta de que repetía números, muchos números. Rellenaba casillas pero no correctamente y empecé a pensar que si metía la pata en algo tan sencillo como eso, qué más cosas diarias podría estar haciendo mal.

También lo intenté con el ganchillo, al principio era horrible, me equivocaba al contar los puntos y tenía que deshacer la labor. Pasaban las horas y los días y tenía el mismo trozo hecho, sin avanzar. Era desesperante. Dejé las manualidades de lado, tampoco podía con ellas. Así que, casi sin darme cuenta, había abandonado la lectura, la televisión y los pasatiempos ¿qué podía hacer? pues lo que me pareció más lógico, dormir. Al principio dormía por los efectos de la medicación, apenas podía estar despierta tres horas seguidas. Después, debido a mi incapacidad de concentrarme y a pesar de la reducción de la medicación, dormir era lo único que se me daba bien. Aún así tenía sueños muy raros y hubo momentos en que no sabía si lo que recordaba era real o un sueño, una completa locura.

La falta de concentración y de memoria me afectó también a las relaciones con las personas de mi alrededor, no podía seguir ninguna conversación y olvidaba todo lo que me contaban. Si me pedían algo tenían que recordármelo varias veces. Era un completo caos. 

Cuando por fin me detectaron la depresión aguda, empecé el tratamiento y acudí a la psicóloga este síntoma empezó a remitir. No fue rápido, ojalá lo hubiera sido, pero sí que pude volver a hacer ciertas cosas en poco tiempo. Retomé las manualidades, reconozco que de un modo compulsivo y mi cabeza volvió a “funcionar”. A día de hoy ya me veo capaz de hacer más trabajos que requieran un esfuerzo intelectual, de hecho, estoy escribiendo y, corregidme si me equivoco, creo que con bastante coherencia.

1 comment:

Anonymous said...

Muy interesante, muchas gracias por compartir tu experiencia. Espero que ya te encuentres completamente bien. Un abrazo.