Thursday, June 23, 2016

Cuando descubrí que tenía depresión

DÍA 1: EL DIAGNÓSTICO


Estaba convencida de que me diría que todo era culpa de la medicación. Que los opiáceos que me tomaba desde hacía dos meses habían provocado esos desórdenes. Lo que no me esperaba era ese diagnóstico.


Hacía ya unas semanas que tenía cambios de humor drásticos: lloraba sin consuelo o reía como si estuviera loca, tenía más mal genio y empezaba a odiar estar con gente, porque me parecían odiosos e insufribles. Y todos estos sentimientos los podía tener en pocas horas, como si fuera una bomba a punto de estallar. Y para colmo, el dolor. Ese dolor que me acompaña desde hace dos meses sin descanso. Desde que me levanto hasta que me acuesto sin darme ni una tregua.


Cuántas veces habré maldecido ese fatídico día en el que en pocos segundos cambió mi vida. No fue nada glamouroso ni excepcional, fue un simple resbalón que me hizo caer un buen tramo de escaleras. Cada escalón se clavó por mi espalda dejándome dolorida y amoratada. Por suerte, no me rompí nada, aunque eso lo hubiera hecho más fácil. Hubiera sido más fácil entender el dolor y el tiempo transcurrido si hay algo roto, pero ¿por qué me duele tanto si no hay nada? ¿cómo es posible que “nada” duela tanto y durante tanto tiempo?. Que tenga paciencia, que es el golpe. Ni siquiera ir al traumatólogo porque hay lista de espera de 6 meses (ya llevaría dos) y sólo tengo el hematoma del golpe.


Tampoco ayuda ser alérgica a antiinflamatorios y analgésicos. Parece que me gusta ponerlo difícil y sufrir. La opción que queda son los opiáceos, el tramadol y la morfina. Por suerte, el tramadol me va bien, con los relajantes musculares. La primera semana la pasé durmiendo (demasiada dosis), la siguiente fue mejor, después de la rebaja de dosis. Parecía que mejoraba, despacio pero mejoraba. Al mes todavía dolía pero el dolor era “tolerable” (esa palabra utilicé y al médico le dio la risa). Me dio el alta no muy convencido y volví al trabajo. Después del tercer día acabé en urgencias, gotero, más pastillas y más reposo. Al cuarto día no aguanté la jornada completa y volví al médico: baja por recaída (no literal, no me volví a caer por las escaleras como alguno pensó). Y otro mes más de baja, esta vez sin mejora evidente, cada semana a urgencias por una dorsalgia, un lumbago… y más pastillas, más pinchazos, más horas en la sala de espera de un hospital.




Para colmo, fiestas de navidad, ya de por sí no me gustan, cuando pierdes a un familiar querido se viven de otra manera. Tengo la esperanza de que cuando haya niños pequeños en la familia vuelva ese espíritu. Pero por ahora, lo único que me gusta de la navidad es que en la tele hacen muchas películas de dibujos animados.


Hoy 4 de enero, vuelvo al médico, como cada semana. Cuando me pregunta cómo llevo el dolor le contesto:
  • Igual, aunque al menos esta semana no me he quedado enganchada y no he tenido que ir a urgencias.
  • Bueno, es una mejoría, ¿no?
  • Puede ser, visto así. Lo único es que no sé si es por la medicación o por qué tengo cambios bruscos de humor, lloro sin motivo…
  • ¿Desde cuándo?
  • Un par de semanas, quizás tres.
  • ¿Y me lo dices ahora? ¿Por qué has tardado tanto?
  • No sé, pensaba que podría con ello. Que era como un síndrome premestrual. Tal vez las hormonas estaban alteradas. Tal vez se pasaría sólo, no lo sé.- y empiezo a llorar desconsoladamente y entre sollozos: -¿lo ve? ¿pues así todos los días? Luego se me pasa y me río - y  me entra la risa mezclada con el llanto.
  • Tranquila, puedes llorar aquí todo lo que quieras. ¿Y tienes mal genio?
  • ¿Mal genio? Lo que tengo es una mala hostia...Contesto mal, la gente me irrita, sólo veo incompetentes y cualquier cosa me saca de quicio.
  • Lo que tienes se llama depresión. Y parece un brote agudo. No te preocupes, te vas a curar. Vamos a seguir un tratamiento de mínimo 6 meses. Te vas a tomar una pastilla todos los días después del desayuno. Los primeros días pueden ser complicados ya que, a veces, hay picos de ansiedad hasta que el cuerpo se acostumbra. Puede parecer que no mejoras pero es normal. Si después de una semana no notas mejoría ajustaremos la dosis y el tratamiento. No te preocupes por nada, es normal, eres una mujer joven y activa que ha visto en poco tiempo como cambiaba su vida.

Puede que dijera algo más pero yo ya no lo escuché. En mi cabeza sólo resonaba una palabra: DEPRESIÓN. Así, en mayúsculas y en negrita. El resto del mundo desapareció, el dolor se mitigó durante unos segundos prestando sólo atención a esa palabra. Me gustaría decir que desde el principio fui valiente y encaré la situación. Pero la realidad es que me costó varias horas hacerme a la idea de mi nueva situación. Ahora ya lo considero lo que es: una enfermedad que me ha tocado y que con tratamiento y fuerza de voluntad superaré.

2 comments:

Anonymous said...

Hola esperanza, soy carol, guia dipu. No se si te acordaras de mi. Pero acabo de descubrir tu blog. Te estoy leyendo. a ver si puedo y compro tu libro.

EPCC said...

Hola Carol! Claro que me acuerdo de ti. El libro está en Amazon y en las librerías de Utiel. Por el momento sólo he hecho 300 ejemplares. Gracias por escribir!! ;)